¿Por qué tenemos muelas del juicio?
La forma y composición de la cavidad oral del ser humano ha evolucionado con el paso de los siglos. La morfología facial se adaptó a las nuevas necesidades que nuestra especie homínida adquiría a lo largo de su proceso evolutivo; de igual manera, antiguas prácticas que fueron olvidadas también causaron la desaparición o modificación de determinadas partes del cuerpo.
Muchos expertos apuntan a que éste es el caso de los cordales, comúnmente conocidos como “muelas del juicio”.
Este tercer molar es un vestigio de nuestros antepasados más lejanos. Su dieta estaba compuesta fundamentalmente a base de carnes crudas y frutos de gran dureza, por lo que requerían una mayor fuerza mandibular (y una mayor cantidad de dientes) para masticar dichos alimentos.
Ahora bien, no todo el mundo posee muelas del juicio. Su número es variable y parece estar sujeto al azar: hay quien pose las cuatro piezas mientras que otros no tienen ninguna. Se las denomina “del juicio” porque aparecen a una edad más avanzada que el resto de la dentición (en torno a los 16 y 26 años).
Hoy en día, no es del todo cierto que los cordales no cumplan ninguna función. Si erupcionan de manera correcta y se ajustan al tamaño de la boca del paciente, cumplen la misma función que cualquier otro molar.
Sin embargo, actualmente nuestra boca es más pequeña que la de nuestros antepasados, y estos morales, cuando aparecen, no suelen tener espacio libre en el que crecer. Es muy frecuente que estas piezas dentales nazcan torcidas y comprometan a los dientes colindantes. Si esto sucede, lo más recomendable es extraerlas; para ello, acudiremos tanto a un cirujano maxilofacial como a un odontólogo experto en cirugía.
Cuando el paciente experimenta alguna molestia que puede deberse a la erupción de alguna de estas muelas (por ejemplo, inflamación gingival), debe acudir lo más pronto posible al dentista. Éste realizará un diagnóstico de la presencia de los cordales y le recomendará al paciente la mejor solución para su caso. Si emergen en mala posición, pueden chocar y dañar otras piezas y provocar la desalineación de la sonrisa.
Otro de los motivos por los que, en la mayoría de las ocasiones, los dentistas recomiendan extraer los cordales, es su posición casi “escondida” al final del hueso maxilar. Al estar en último lugar, complica mucho su limpieza diaria durante el cepillado, y son unas piezas muy susceptibles de padecer sarro y caries dental.
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¿Cómo recuperarse de la cirugía de muelas del juicio?
Una vez profesional y paciente han acordado que lo más indicado es extraer las muelas del juicio, posteriormente a la intervención (rutinaria y sencilla, con anestesia local), algunas de las recomendaciones a tener en cuenta para que el tejido cicatrice lo mejor posible son:
- Colocar una gasa limpia y húmeda para detener el leve sangrado típico de la intervención. Si no se detiene en las primeras horas, es recomendable volver a la clínica.
- El doctor que le practique la cirugía le recomendará la medicación (y la cantidad conveniente) para calmar el dolor.
- Es habitual que se produzca hinchazón en la zona d alrededor de donde se ha extraído la muela. Las bolsas de agua fría relajan esta sensación.
El paciente debe alimentarse básicamente de líquidos fríos durante las siguientes horas. Deben seguirse las pautas del experto y no tomar bebidas calientes ni alimentos sólidos hasta que lo indique.
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